A una semana de la debacle global, el Gobierno activa más anticuerpos para evitar las turbulencias y poder así avanzar en su plan hacia el fin de las restricciones cambiarias y, en definitiva, hacia la normalización de la economía. En el mercado hay consenso en sostener que, gracias a al vigencia del cepo cambiario, del fuerte ajuste fiscal y de la “emisión cero”, la Argentina pudo salir con un grado de afectación controlada en las finanzas, pero no en el valor de los bonos y de las acciones de empresas.
Así, la economía local mostró un buen desempeño en medio de una creciente volatilidad internacional. Al deterioro de los datos de empleo en Estados Unidos y los temores del ingreso a una recesión en el corto plazo, se le añadió un Banco de Japón subiendo de forma sorpresiva la tasa de interés, dejando atrás las épocas de tasas negativas y afectando el carry trade global que se apalancaba en el Yen. Más allá de eso, con el correr de los días los principales índices bursátiles hicieron piso y pasó, al menos transitoriamente, el temblor. No obstante, indica un reporte de Ecolatina, algunas huellas del sacudón internacional podrían perjudicar a la economía local. En concreto, la soja perforó los U$S 370 la tonelada, valores mínimos en más de 10 años en términos reales, y las monedas de los principales socios comerciales de la Argentina se debilitaron respecto al dólar, poniendo mayores presiones al tipo de cambio local. En este escenario, hacia adelante -indica la consultora- el panorama en el Mercado Único Libre de Cambios (MULC) luce poco alentador y con ello la acumulación de reservas por parte del Banco Central. Por un lado, el pago de importaciones tornará una dinámica más creciente con el nuevo diseño de dos cuotas. Por otro lado, una vez superada la temporada alta de la liquidación, se abre el interrogante en torno a qué tan sostenible es el esquema actual sin el agro aportando dólares para recomponer reservas y contener la brecha, acota Ecolatina. Esa es la mayor preocupación que hoy tiene el Gobierno nacional. La acumulación de divisas no tiene la velocidad proyectada y esto puede significar que la salida de las restricciones cambiarias pueden sufrir nuevos contratiempos. De esa manera, el cepo se sostendría más allá de febrero del año que viene, si el Central no encuentra la manera de robustecer sus reservas. Caputo, mientras tanto, cree que este mes puede conseguir U$S 1.000 millones en organismos externos para descomprimir la ansiedad del mercado.
¿La Argentina está exenta de la volatilidad global? La respuesta es un claro no. La presencia de restricciones cambiarias y el hecho de encontrarse fuera del mercado de deuda internacional pueden ayudar a sortear un shock financiero global. Pero sin dudas son un remedio peor que la enfermedad, indica GMA Capital. Según esa firma, para retomar a un sendero de crecimiento estable, Argentina debe salir del cepo y regresar a los mercados. Sin embargo, se trata de un desafío. Y éste no se facilita si lo sucedido el “lunes negro” no es simplemente un susto, sino una alerta temprana de un cambio en las perspectivas globales.
El “lunes negro” generó la disparada del riesgo paísPor un lado, el Riesgo País se ubica por encima de los 1.600 puntos básicos, muy por encima del resto de la región. “Se trata de una bandera roja que nos dice que la colocación de deuda internacional para refinanciar los vencimientos en moneda extranjera se encuentra todavía lejos”, advierte GMA en su informe. Para poner en perspectiva, luego de la reestructuración de 2020 el Riesgo País se ubicó en 1.100 puntos. Mientras que el Repurchase Agreement (REPO), con el que se blindarían los pagos de capitales hasta enero de 2026, se realizaría a una tasa de 500 puntos por encima de la tasa de operaciones diarias con garantía en EEUU. Por lo tanto, las paridades de los bonos tienen un largo camino que recorrer para que la deuda argentina se ubique en tasas razonables.
Estrés financiero
Por otra parte, este contexto de estrés financiero podría continuar con la devaluación de monedas internacionales, como el real de Brasil, nuestro principal socio comercial. La defensa del crawling peg al 2% implicaría entonces una erosión de la competitividad, ya no por la inflación local, sino por la depreciación de monedas internacionales. Asimismo, si se materializara una recesión mundial y una caída en la demanda de commodities, la profundización de la pérdida de los términos de intercambio sería otro factor que complicaría el frente externo, considera GMA. En otras palabras, menos disponibilidad de dólares para las reservas y más tiempo para decirle adiós al cepo.